martes, 30 de agosto de 2011
Todo pega con todo
En cualquier momento hago cut-up de los estados de mis contactos de facebook y me armo una novela :P
domingo, 28 de agosto de 2011
Nuevo consumo
Cuando visualizo un avance de una telenovela extranjera, la googleo y en menos de 15 minutos conozco la trama y veo el final.
Cuestión de ahorrar
Cuestión de ahorrar
miércoles, 24 de agosto de 2011
Huevos borgianos
Fragmento extraído de la nota http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Maestro_de_la_sutileza_0_499150345.htmlEn los años setenta Borges había hecho unas declaraciones muy duras contra el peronismo y contra Evita. Y empezaron las amenazas telefónicas, que era uno de los rasgos más habituales del folclore de aquellos días. Pero pronto los llamantes anónimos se encontraron con una doble resistencia inesperada: la de doña Leonor, casi centenaria, que les respondía que no les iba a ser difícil matar a su hijo porque era ciego y no había ningún riesgo de que se defendiese, y la del propio Borges, que les facilitaba la tarea indicándoles la dirección y el piso.Y añadía: "No se puede equivocar: en la puerta hay una placa que dice Borges. Y el que abre la puerta soy yo".
Cuchillo de palo
En casa de Gigi, no hay pizza
lunes, 22 de agosto de 2011
Soliloquio
A veces necesitaríamos de la magia de la edición para poder contar con la posibilidad de acortar los momentos oscuros, depresivos, patéticos y llenos de miedo, y dejar solo las escenas de superación personal concatenadas en una secuencia musicalizada, que servirá como prólogo para el siguiente acto en que el triunfo se materializará más allá de los fracasos previos.
Pero en la vida real, el truco de la edición lamentablemente no funciona.
Los meses no pueden resumirse en tres escenas y tampoco gozamos del lujo de colocar una placa con la leyenda “tres años y cuatro días después…”.
A falta de edición, tampoco contamos con un guionista que nos prepare parlamentos ingeniosos para coronarnos como ganadores morales aún si el resto de la sociedad nos etiquete como “el mayor fracaso de todos los tiempos”.
En la vida real, no sólo somos etiquetados como fracasados por los victoriosos de turno, sino que además, la mayoría de las veces, nos quedamos con la boca abierta, no con la finalidad de que entren moscas o lasañas, sino como producto resultante de la indignación que nos provoca la soberbia ajena o lo que a nuestro criterio consideramos una gran injusticia.
Horas más tarde, nuestra mente nos dicta aquellas palabras, magistrales por su sonoridad, que hubieran sentenciado a la vergüenza o a la reflexión a las amebas con bandas de ganadores que creen haber conquistado parte del universo por pegarnos la etiqueta de loosers.
Este lapsus se lo suele llamar “...le tendría que haber dicho...”.
A veces nos sale y suele ser ese tipo de triunfo tan bienvenido como robar un beso, lograr que nos ame la persona que amamos o volver a repetir un momento de la infancia. Escenas, que convengamos, tampoco son fáciles de lograr.
Pero volviendo a la edición, ¿no sería muy fácil cumplir con las dietas que iniciamos todos los lunes? .En dos escenas, seríamos flacos y espectaculares, dispuestos a conquistar ese corazón que nos niega a veces hasta la palabra.
En la vida real sin edición, después de cuatro semanas de mezclar la luna con la tradición oriental, sólo conseguimos bajar dos kilos que luego son multiplicados por cuatro cuando nuestra decepción pide a gritos otro cuarto de criollos. Mientras, el corazón que queríamos conquistar, huye espantado ante nuestro creciente cambio humorístico por la pérdida de hidrocarburos.
¿ Y una edición en una ruptura?. En tres escenas, ya tendríamos el pelo cambiado, un nuevo cuerpo, un viejo amor que regresó a nuestros brazos y hasta un exitoso crecimiento profesional, resultado de una víspera de increíbles cambios que sólo le suceden a uno por ser tan pero tan bueno.
Sin edición, conseguimos ojeras, pelearnos con nuestros jefes y volver a ser desterrados a la zona de solos que la sociedad considera gente infeliz.
Con la edición, toda amargura se evitaría y el tiempo sería más rentable (un dato que "encantaría" a la actual narrativa de mercado).
Lamentablemente para nosotros ( y para el pobre mercado) no hay ninguna máquina que edite líneas de tiempos y las únicas formas “humanas” de edición sólo las tenemos disponibles bajo la forma de sueños y/o memoria selectiva.
Tampoco sería viable que existiera una máquina de este tipo, porque ya sabemos cómo funcionan los mecanismos del poder.
Por lo cual, sólo nos queda postergar el deseo y seguir el show hasta lograr esa escena en donde quizás logremos superarnos y conseguir nuestros sueños o lo que podemos alcanzar de ellos.
Privados de la edición, nos queda un último consuelo: la genuinidad.
Podemos afirmar - aunque sea delante de un espejo - que somos héroes genuinos que sin la bendición de los cortes, podemos llegar a ese futuro inestable, impredecible, agotador, y conquistarlo como un presente, aunque éste sólo tenga la palabra pasable como único adjetivo.
Ser conscientes de esto, nos hará ver que hay más y mejores héroes que aquellos personajes que la ficción anualmente nos vende, y que sin estar a la merced de ningún casting, en pequeños detalles o en pequeños momentos, todos nos hemos vestido con ese traje.
Por supuesto, a veces uno desea, especialmente cuando nos conquista la desesperación, ser bendecidos por la magia de la edición. Aunque hoy, para esos momentos, simplemente nos conformaríamos con un poquitito de empatía y algo de suerte.
Pero en la vida real, el truco de la edición lamentablemente no funciona.
Los meses no pueden resumirse en tres escenas y tampoco gozamos del lujo de colocar una placa con la leyenda “tres años y cuatro días después…”.
A falta de edición, tampoco contamos con un guionista que nos prepare parlamentos ingeniosos para coronarnos como ganadores morales aún si el resto de la sociedad nos etiquete como “el mayor fracaso de todos los tiempos”.
En la vida real, no sólo somos etiquetados como fracasados por los victoriosos de turno, sino que además, la mayoría de las veces, nos quedamos con la boca abierta, no con la finalidad de que entren moscas o lasañas, sino como producto resultante de la indignación que nos provoca la soberbia ajena o lo que a nuestro criterio consideramos una gran injusticia.
Horas más tarde, nuestra mente nos dicta aquellas palabras, magistrales por su sonoridad, que hubieran sentenciado a la vergüenza o a la reflexión a las amebas con bandas de ganadores que creen haber conquistado parte del universo por pegarnos la etiqueta de loosers.
Este lapsus se lo suele llamar “...le tendría que haber dicho...”.
A veces nos sale y suele ser ese tipo de triunfo tan bienvenido como robar un beso, lograr que nos ame la persona que amamos o volver a repetir un momento de la infancia. Escenas, que convengamos, tampoco son fáciles de lograr.
Pero volviendo a la edición, ¿no sería muy fácil cumplir con las dietas que iniciamos todos los lunes? .En dos escenas, seríamos flacos y espectaculares, dispuestos a conquistar ese corazón que nos niega a veces hasta la palabra.
En la vida real sin edición, después de cuatro semanas de mezclar la luna con la tradición oriental, sólo conseguimos bajar dos kilos que luego son multiplicados por cuatro cuando nuestra decepción pide a gritos otro cuarto de criollos. Mientras, el corazón que queríamos conquistar, huye espantado ante nuestro creciente cambio humorístico por la pérdida de hidrocarburos.
¿ Y una edición en una ruptura?. En tres escenas, ya tendríamos el pelo cambiado, un nuevo cuerpo, un viejo amor que regresó a nuestros brazos y hasta un exitoso crecimiento profesional, resultado de una víspera de increíbles cambios que sólo le suceden a uno por ser tan pero tan bueno.
Sin edición, conseguimos ojeras, pelearnos con nuestros jefes y volver a ser desterrados a la zona de solos que la sociedad considera gente infeliz.
Con la edición, toda amargura se evitaría y el tiempo sería más rentable (un dato que "encantaría" a la actual narrativa de mercado).
Lamentablemente para nosotros ( y para el pobre mercado) no hay ninguna máquina que edite líneas de tiempos y las únicas formas “humanas” de edición sólo las tenemos disponibles bajo la forma de sueños y/o memoria selectiva.
Tampoco sería viable que existiera una máquina de este tipo, porque ya sabemos cómo funcionan los mecanismos del poder.
Por lo cual, sólo nos queda postergar el deseo y seguir el show hasta lograr esa escena en donde quizás logremos superarnos y conseguir nuestros sueños o lo que podemos alcanzar de ellos.
Privados de la edición, nos queda un último consuelo: la genuinidad.
Podemos afirmar - aunque sea delante de un espejo - que somos héroes genuinos que sin la bendición de los cortes, podemos llegar a ese futuro inestable, impredecible, agotador, y conquistarlo como un presente, aunque éste sólo tenga la palabra pasable como único adjetivo.
Ser conscientes de esto, nos hará ver que hay más y mejores héroes que aquellos personajes que la ficción anualmente nos vende, y que sin estar a la merced de ningún casting, en pequeños detalles o en pequeños momentos, todos nos hemos vestido con ese traje.
Por supuesto, a veces uno desea, especialmente cuando nos conquista la desesperación, ser bendecidos por la magia de la edición. Aunque hoy, para esos momentos, simplemente nos conformaríamos con un poquitito de empatía y algo de suerte.
domingo, 21 de agosto de 2011
Todo tiempo pasado fue mejor
Debo ser la soltera más empedernida del mundo pero según las viejas de mi barrio me estoy por casar.
#chusmaseranlasdeantes
#chusmaseranlasdeantes
viernes, 19 de agosto de 2011
jueves, 18 de agosto de 2011
miércoles, 17 de agosto de 2011
Las frases, con sangre entran
A cada chancho le llega su San Martín.
A caballo que se empaca, dale estaca.
El pez por la boca muere.
La curiosidad mató al gato...
A todo esto, ¿ dónde está la sociedad protectora de animales?
A caballo que se empaca, dale estaca.
El pez por la boca muere.
La curiosidad mató al gato...
A todo esto, ¿ dónde está la sociedad protectora de animales?
lunes, 15 de agosto de 2011
domingo, 14 de agosto de 2011
viernes, 12 de agosto de 2011
Está claro
El videojuego de Mario Bros, especialmente su final, habla mucho de la relación entre hombres y mujeres.
jueves, 11 de agosto de 2011
Blancura total
Lo malo no es una hoja en blanco, lo realmente malo es un monitor con demasiado brillo y un menú indescifrable.
A la hoja en blanco, sumale un oculista.
A la hoja en blanco, sumale un oculista.
miércoles, 10 de agosto de 2011
martes, 9 de agosto de 2011
El primero y el último
Mientras hoy el primer día de tu vida nueva, para mí es el último día de mi vida vieja.
¿Touché?. Ya quisiera. ¡Ja!¿Ja?
¿Touché?. Ya quisiera. ¡Ja!¿Ja?
Gajes de la paranoia
Ahora que la realidad inmediata justificaría cualquier acto de mi paranoia, estoy en pijama comiendo chicles de banana consultando cuando es luna llena para hacer dieta.
Maitena me ha dado cátedra.
Maitena me ha dado cátedra.
lunes, 8 de agosto de 2011
Ergo
Según los profetas que habitan en los resultados de Google, una de las señales de infidelidad masculina es que comienzan hacer dietas en un clara necesidad de renovar su imagen.
Todos los hombres que conozco hacen dietas. Ergo, son infieles.
Métodos deductivos que solo se aprenden "en línea"
Todos los hombres que conozco hacen dietas. Ergo, son infieles.
Métodos deductivos que solo se aprenden "en línea"
La eminencia gris
Cuando pensaba que mi idea era lo bastante original, allí estaba Internet para demostrarme lo contrario.
Extraño la ignorancia analógica.
Reglas
Contacto mata currículum.Contacto con teta mata contacto.
La maldición de las tetas pequeñas...
La maldición de las tetas pequeñas...
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