lunes, 28 de noviembre de 2011

Eram quod es, eris quod sum

Las casadas profesionales con hijos juzgan/presionan a las casadas con hijos ( "Vos deberías tener una profesión. No te hace bien estar todo el día en casa")
Las casadas con hijos juzgan/presionan a las casadas sin hijos ( "¿Y para cuando un hijo?" "¿Están buscando?")
Las casadas sin hijos juzgan/presionan a las que están en concubinato ("¿Y cuándo se van a casar?" "¿Aún no te propuso casamiento")
Las que están en concubinato juzgan/presionan a las que están de novios ("¿Y cuando van a ir vivir juntos?" "A esta altura yo con  Sergio ya buscábamos departamento")
Las que están de novios juzgan/presionan a las solteras ("¿ Y para cuando el novio?" "¿Te puedo armar una cita a ciegas con el misógino de Diego?")

Las solteras... Las solteras les conviene tener una amiga que sea monja. :/

jueves, 27 de octubre de 2011

¿Admiración?

He sido testigo de como una mujer X histeriqueaba con Y en la mismísima cara de otra mujer X que resultó ser la señora de Y.
¡Qué lo parió a los cromosomas!

Algunas verdades...femeninas

" No me importa. Al menos es mi amigo... un amigo al que le daría"

martes, 27 de septiembre de 2011

domingo, 18 de septiembre de 2011

La tercera es la vencida

Siempre pienso si comentar por facebook o twitter que la pasaste genial o que estás en tal lado divirtiéndote, es un "estado" real o es una forma de autoconvencerte porque en realidad te estás aburriendo y no querés reconocer que perdiste parte de tu tiempo.

#soydescreidaycinica

Sugerencias

Facebook debería obligar a que todos los estados fueran públicos.
Así sería todo más divertido.
Con tantas configuraciones de privacidad,volvemos a la vida real :P

Facebook une a la gente

Facebook es una realidad alternativa en donde los amantes son desconocidos, los novios cornudos son felices, las enemigas son amigas y yo "parezco" una persona muy social y divertida.
"El milagro de la vida"

Afirmación

Es verdad. A las mujeres nos importa el tamaño...de la billetera (cuac)

lunes, 12 de septiembre de 2011

domingo, 4 de septiembre de 2011

Impunidad

Un hombre con una panza enorme criticando los rollos de una señora.
Sobran las críticas y escasean los espejos.

jueves, 1 de septiembre de 2011

De publicidad

Principe de persia
Cama
Gaseosa
Subtítulos
Piyamita con olor a suavizante
Chicle de banana

Esa cosa inerte y estúpida llamada destino

Entre el déjà vu y la coincidencia, llegué a la siguiente conclusión: el destino está al reverendo pedo.
¡Una lista de tareas para el haragán!

miércoles, 24 de agosto de 2011

Huevos borgianos

En los años setenta Borges había hecho unas declaraciones muy duras contra el peronismo y contra Evita. Y empezaron las amenazas telefónicas, que era uno de los rasgos más habituales del folclore de aquellos días. Pero pronto los llamantes anónimos se encontraron con una doble resistencia inesperada: la de doña Leonor, casi centenaria, que les respondía que no les iba a ser difícil matar a su hijo porque era ciego y no había ningún riesgo de que se defendiese, y la del propio Borges, que les facilitaba la tarea indicándoles la dirección y el piso. 
Y añadía: "No se puede equivocar: en la puerta hay una placa que dice Borges. Y el que abre la puerta soy yo".
Fragmento extraído de la nota http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Maestro_de_la_sutileza_0_499150345.html

Cuchillo de palo

En casa de Gigi, no hay pizza

lunes, 22 de agosto de 2011

Soliloquio

A veces necesitaríamos de la magia de la edición para poder contar con la posibilidad de acortar los momentos oscuros, depresivos, patéticos y llenos de miedo, y dejar solo las escenas de superación personal  concatenadas en una secuencia musicalizada, que servirá como prólogo para el siguiente acto en que el triunfo se materializará más allá de los fracasos previos.

Pero en la vida real, el truco de la edición lamentablemente no funciona.

 Los meses no pueden resumirse en tres escenas y tampoco gozamos del lujo de colocar una placa con la leyenda “tres años y cuatro días después…”.

 A falta de edición, tampoco contamos con un guionista que nos prepare parlamentos ingeniosos para coronarnos como ganadores morales aún si el resto de la sociedad nos etiquete como “el mayor fracaso de todos los tiempos”.

 En la vida real, no sólo somos etiquetados como fracasados por los victoriosos de turno, sino que además, la mayoría de las veces, nos quedamos con la boca abierta, no con la finalidad de que entren moscas o lasañas, sino como producto resultante  de la indignación que nos provoca la soberbia ajena o lo que a nuestro criterio consideramos una gran injusticia.

 Horas más tarde, nuestra mente nos dicta aquellas palabras, magistrales por su sonoridad, que hubieran sentenciado a la vergüenza o a la reflexión a las amebas con bandas de ganadores que creen haber conquistado parte del universo por pegarnos la etiqueta de loosers.

 Este lapsus se lo suele llamar “...le tendría que haber dicho...”.


 A veces nos sale y suele ser ese tipo de triunfo tan bienvenido como robar un beso, lograr que nos ame la persona que amamos o  volver a repetir un momento de la infancia. Escenas, que convengamos, tampoco son fáciles de lograr.

Pero volviendo a la edición, ¿no sería muy fácil cumplir con las dietas que iniciamos todos los lunes? .En dos escenas, seríamos flacos y espectaculares, dispuestos a conquistar ese corazón que nos niega a veces hasta la palabra.

En la vida real sin edición, después de cuatro semanas de mezclar la luna con la tradición oriental, sólo conseguimos bajar dos kilos que luego son multiplicados por cuatro cuando nuestra decepción pide a gritos otro cuarto de criollos. Mientras, el corazón que queríamos conquistar, huye espantado ante nuestro creciente cambio humorístico por la pérdida  de hidrocarburos.

 ¿ Y una edición en una ruptura?. En tres escenas, ya tendríamos el pelo cambiado, un nuevo cuerpo, un viejo amor que regresó a nuestros brazos  y hasta un exitoso crecimiento profesional, resultado de una víspera de increíbles cambios que sólo le suceden a uno por ser tan pero tan bueno.

Sin edición, conseguimos ojeras, pelearnos con nuestros jefes y volver a ser desterrados a la zona de solos que la sociedad considera gente infeliz.

 Con la edición,  toda  amargura se evitaría y el tiempo sería más rentable (un dato que "encantaría" a la actual narrativa de mercado).

Lamentablemente para nosotros ( y para el pobre mercado) no hay ninguna máquina que edite líneas de tiempos
 y las únicas formas “humanas” de edición sólo las tenemos disponibles bajo la forma de sueños y/o memoria selectiva.

 Tampoco sería viable que existiera una máquina de este tipo, porque ya sabemos cómo funcionan los mecanismos del poder.

 Por lo cual, sólo nos queda postergar el deseo y seguir el show hasta lograr esa escena en donde quizás logremos superarnos y conseguir nuestros sueños o lo que podemos alcanzar de ellos.

 Privados de la edición, nos queda un último consuelo: la genuinidad.

 Podemos afirmar  - aunque sea delante de un espejo -  que somos héroes genuinos que sin la bendición de los cortes, podemos llegar a ese futuro inestable, impredecible, agotador, y conquistarlo como un presente, aunque éste sólo tenga la palabra pasable como único adjetivo.


Ser conscientes de esto, nos hará ver que hay más y mejores héroes que aquellos personajes que la ficción anualmente nos vende, y que sin estar a la merced de ningún casting, en pequeños detalles o en pequeños momentos, todos nos hemos vestido con ese traje.

Por supuesto, a veces uno desea, especialmente cuando nos conquista la desesperación, ser bendecidos por la magia de la edición. Aunque hoy, para esos momentos, simplemente nos conformaríamos con un poquitito de empatía y algo de suerte.

domingo, 21 de agosto de 2011